Yo, una vez, no saludé a Maradona

Me lo recuerda mi amigo de vez en cuando... no de buena manera.
Santiago había venido del Chaco, y fuimos al cine una noche. En nuestro caminar por av. Corrientes, a la puerta de un teatro, estaba el mismísimo Diego Armando abrazando (de atrás)(medio apoyándola)(no, muy apoyándola) a su mujer (Claudia). Como el 100% de las personas que pasamos por allí, nos codeamos y nos comentamos la rareza, pero no nos acercamos, ni le dijimos nada... (en realidad creo que Santiago dejó caer un tímido "Grande, Diego", pero no me acuerdo bien). Años más tarde, y todavía hoy, mi chaqueño amigo me reclama el no haber parado a saludar al astro del fútbol mundial, barrilete cósmico, con el agravante de que encima fuimos a ver "Generación X" o "Reality Bites", dato no menor en su queja.
El otro día fuimos con Mariana al recital de Soledad Villamil y entre los presentes estaba el exasperadamente correcto y pulcro (esto es pura envidia de su tamaña elegancia), Victor Hugo Morales. No podría contar la cantidad de personas que se codeaban o lo saludaban (algunos de manera innecesariamente efusiva).
Y pensaba, qué incómodo debe ser no poder salir al teatro sin que te paren en la calle a saludarte... claro, alguien me dirá, bueno pero ellos son lo que son por la masividad que lograron, y yo diré bueno, pero qué incómodo debe ser no poder salir al teatro sin que te paren en la calle a saludarte (otra vez).